Tengo una hija de 10 años en 4to grado y las tareas escolares, para mí, son un trabajo innecesario. Alargan inútilmente la jornada académica, reducen el tiempo libre de placer, familia, ocio y creatividad; aumentan la desigualdad entre los niños que reciben ayuda en sus casas y los que no, y al ser evaluadas numéricamente se les dota de obligatoriedad y la obligatoriedad es antipedagógica.
Soy, en principio, defensora del derecho al tiempo libre para el placer, el ocio y la creatividad. Considero el tiempo libre esencial para el desarrollo emocional, mental y físico de las niñas y niños. Además, soy madre y psicóloga, y desde cualquier perspectiva que lo vea, encuentro elementos significativos para criticar la cantidad y la calidad de tareas escolares que dejan a los infantes en las escuelas y colegios de Matagalpa.
Sé que las tareas en casa son un debate de nunca acabar. En la opinión pública la gran mayoría prefiere seguir la tradición de dejar tareas en casa, y algunos por dicha cada vez más, se oponen a esta costumbre académica. Los estudios científicos son más claros, no haré aquí un compendio científico, pero si quiero señalar que no hay evidencias que demuestren que la tarea ayude a los estudiantes de la escuela primaria a lograr el éxito académico, que ayuden a cumplir retos educativos a largo plazo, cómo crear individuos con inquietud para el aprendizaje, creativos y capaces de pensar analíticamente. Sólo se sabe que ayuda un poco más a los estudiantes de la secundaria. Lógicamente la polémica se limita a países desarrollados, hay fuertes discusiones y, hasta es prohibido en varias partes del mundo, por ejemplo, en Francia son prohibidas desde los años 50’s. Yo opto por no limitarme al estar en Nicaragua, en realidad soy un ser universal sin límites para la libertad de expresión.
Los estudios científicos y las opiniones adversas no son lo más importante para mí. Solo quiero expresar lo que pienso respecto a las tareas en casa y cómo éstas afectan mi vida cotidiana y la de mi familia.
Las tareas jamás deben ser obligatorias, de lo contrario, se convierten en un castigo.
Las tareas deben caracterizarse por estimular la creatividad, ser motivadoras y que incentiven la exploración. El tipo de tareas que mi hija trae a casa se caracterizan por ser monótonas y limitativas, por lo tanto, ante las tareas, siempre está frustrada, cansada y no tiene el más mínimo interés. En casa tenemos casi que obligarla e inventar excusas motivadoras. Esto, en un 90% de los casos, crea fricciones, arruina el ambiente familiar y crea tensiones emocionales entre nosotros y nuestra hija. El efecto emocional es dañino y estresante. Por sanidad emocional y por principio de amor no se obliga a los niños a hacer una tarea, pues se convierten en castigo. Ante esto, si la tarea en casa no es lo suficientemente motivadora para la niña, no la obligamos a que las realice.
Tareas creativas, motivadoras que aumenten la creatividad.
No voy a ir en contra de toda tarea. Defiendo el tipo de tareas que incentiven la exploración, la curiosidad, la capacidad de análisis, los deseos de crear y aprender cosas nuevas; que incentiven a poner en práctica lo teórico y que cultiven la búsqueda del conocimiento, por ejemplo, leer lecturas de acorde a la edad, escribir cuentos, ficción o ensayos, hacer pequeños experimentos, etc.
Las tareas en casa están obligando a los padres y madres a ser profesores en casa.
Se dice que la tarea en casa ayuda a fomentar la autonomía, siempre y cuando haya una mínima participación de los adultos, además ayuda a reforzar conocimientos. Ambos objetivos son incongruentes cuando mi hija no es capaz de realizar su tarea por sí misma y en casa tenemos que, primero investigar y después darle una clase completa.
Si un niño o niña es incapaz de hacer las tareas solo/a, al final lo que aprende es a depender de sus padres. Así, en vez de aprender la automotivación, disciplina y responsabilidad (como dicen quienes defienden la tareas en casa), lo que aprenden es a depender de otros y a motivarse sólo a base de negociaciones y castigos.
El refuerzo escolar no es una tarea que me corresponde como madre. El aprendizaje académico le corresponde al sistema educativo y a sus profesoras/es. Yo no quiero ser profesora en casa, quiero jugar, cantar, reír, pintar y platicar con mi hija. Y sí, claro que puedo acompañarla para hacer tareas, sólo si ella es capaz de hacerlas sola. Si ella no es apta para hacerlas sola, significa que no ha alcanzado el conocimiento. “Las tareas son para poner en práctica lo que ya saben” y nunca deben obligar a los padres a ser profesores en casa. Las tareas son una herramienta útil para yo saber qué está aprendiendo mi hija y para acompañarla emocionalmente en su proceso de aprendizaje académico. Yo estoy para velar por un proceso de aprendizaje integral pues lo académico no es mi rol principal.
La vida en familia no debe girar alrededor de la vida académica.
Como principio de amor: la realización de las tareas en casa, jamás deben sustituir ni ocupar el tiempo que tenemos para besarles, abrazarles, jugar con ellos, escucharles y hablar sobre lo más bello que vivieron en el día; hablar sobre los juegos lindos que inventaron con otras niñas y/o niños y escuchar en paz, cuáles son las emociones que abrigan su corazón. Estos deben ser los temas relacionales más importantes cada día y nunca sólo de vez en cuando o, el fin de semana.
He recibido llamadas de las madres de compañeritas de clases de mi hija a las 8:00 de la noche; a esa hora están haciendo tareas con las niñas, llaman para hacer preguntas al respecto -esto me hace reflexionar-. Una madre o padre que llega del trabajo a las 6 de la tarde no le queda más que apoyar las tareas de sus hijas/os después de la cena. La vida en familia no debe girar alrededor de la vida académica. A qué hora podrán las madres y padres que trabajan tiempo completo conversar con sus niños y niñas. La sobrecarga de responsabilidades académicas llevadas a casa están afectando a las familias, convirtiéndose en un desgaste familiar a la hora de ayudar en éstas.
Error fatal: “Más cantidad mejor calidad”
En Nicaragua hemos aprendido que llevar muchas tareas a casa ayuda a tener mejor calidad. Los niños y niñas que no disfrutan del suficiente tiempo para jugar, para estar consigo mismos y que no reciben suficiente tiempo de escucha y amor por las personas adultas, serán adultos incapaces de ser felices en el futuro pues carecen de una base sólida y afectiva que les permita ser seres seguros de sí mismos para enfrentar los retos de la vida. Sin embargo, es difícil acoger esta idea cuando creemos que la calidad académica (numérica) es la base del éxito.
Treinta minutos de trabajo académico en casa y tres veces a la semana son suficientes para una niña de 10 años, un poco más, es una sobresaturación mental, sobrecarga de trabajo e impedimento para el derecho al ocio; el placer y el sentirse. Fatigar de estrés con la cantidad de tareas escolares para la casa, va en contra de la naturaleza misma y contra todo tipo de amor.
El tiempo libre es indispensable para el desarrollo emocional y la autonomía. Los infantes necesitan tener tiempo que pueden auto-gestionar, es decir, momentos en los que decidan qué hacer y cómo sentirse felices por sí mismos, y debemos confiar en qué son capaces de auto-gestionar sus tiempos con actividades positivas y con sabiduría.
Incremento de las desigualdades en el conocimiento.
Cuando los infantes están en la escuela, todos y todas tienen la misma oportunidad de recibir la información, sin embargo, las tareas en casa incrementan las desigualdades en el conocimiento, ya que el aprendizaje dependerá del nivel de formación académica, de las oportunidades y de la experiencia de vida de los padres y las madres. Cuando mi hija está haciendo su tarea de inglés, pienso en las madres y padres de los otros niños y niñas que no hablan ni comprenden inglés. No me parece justo incrementar la desigualdad.
Se dice y se asegura que el elemento esencial en el proceso de aprendizaje es la emoción, porque sólo se puede aprender aquello que se ama, aquello que le dice algo nuevo a la persona y que significa algo, y yo estoy totalmente de acuerdo con ello. Las tareas deben cumplir con un criterio clave: hacer que las niñas y niños amen hacer cosas por sí mismos/as, solo así tendrán la motivación para hacer las tareas y solo así las tareas podrán incentivar la creatividad, la autonomía, crear hábitos, construir autoestima y felicidad.
Escrito por: Noelia Corrales